El día diecinueve de enero del año dos mil nueve. Te fuiste. Nunca he sido capaz de escribir nada sobre ello, aún no me veo capaz pero lo haré por ti. Quizás no te conocí todo lo que hubiese querido pero eras, eres y serás mi abuelo Juan. Siempre te recordaré por tu boina, la americana de cuadros, tus gafas de ver cuadradas, el periódico Extremadura bajo el brazo y en los últimos años con tu amigo, el bastón.
Recuerdo muchas cosas sobre ti, cuando pedías una copa siempre era con Coca Cola light ya que tenías diabetes. En Navidades, siempre sacabas la vara partida en dos, que producía el sonido igual que el de los aplausos. Y así muchas, tantas y tantas cosas.
Siempre te recuerdo apoyado en la barra del bar de la Residencia de Ancianos, que está al lado de tu casa. Donde te solía ver los domingos al mediodía con mi padre. Los sábados viendo Cine de Barrio, cuando os visitábamos a ti y a la abuela. También, los días que fuimos al campo y los últimos meses en el hospital. Son tantas cosas...
Toda una vida de recuerdos no se puede resumir en unas cuantas líneas pero sí conservar en el corazón.