Voy a contar un hecho que ocurre a diario en todo el mundo, con mis palabras.
Ella, no tiene nombre pues puede ser cualquiera la que tenga esa suerte, lo tomaremos con ironía. Salió de su casa como cualquier otro día, sonriente aunque algo dormida aún dado que su horario de trabajo comienza muy temprano. Siempre pensaba que todo iría a mejor. Nuevo país, nueva vida decía. Al menos, eso pensaba hasta que sucedió.
Cruzaba una calle que estaba a dos manzanas de su casa cuando un hombre, con la cara al descubierto, le sujetó de brazos mientras tanto otro le metía a la fuerza en un coche. Eran muy fuertes y cualquier intento de escapar resultaría inútil. Para su desgracia, por mucho que gritó, ningún transeúnte se atrevió a ayudarle, simplemente miraban perplejos aquel espectáculo.
No recuerda nada más, que esas caras, los desconocidos que la llevaron a un lugar que no conocía, donde permaneció los últimos momentos de su vida pero lo desconocía. Allí, fue tan agredida que no podía moverse de la cama, en la que seguramente estaría postrada hasta que acabara toda aquella pesadilla. Solo querían divertirse, eso pensaba hasta el momento en el que vio un gran destello como de un cuchillo o navaja en el aire. Fue el último testigo en verla con vida. Su cuerpo, apareció en el mismo lugar donde fue secuestrada. Su madre tenía la costumbre de no tomar esa calle, pero la única vez que pasó, descubrió el cadáver de su hija. Tuvo que apartar al corro de gente que se formó, para ver lo que ninguna madre ansía ver jamás. Al principio no la reconoció, tenía tantos moratones en la cara que resultaba imposible. Pero al ver el collar que le regaló de pequeña supo que era ella. Rompió a llorar mientras sostenía el cuerpo ya muerto de su hija.
Todo pasó en menos de dos días, en los que estaría en su trabajo de doce horas para poder vivir medianamente bien en un país que le acogió no muy bien aunque lo llevaba bien al estar con su querida madre. Esta, la que le dio la vida y le despide en su muerte.
Los asesinos, nunca fueron encontrados. Su madre, se suicidó al año. Para ella, ese año fue la agonía de los dos días de su hija.