Pasen y lean. El placer de la lectura es gratuito y vuelvan cuando quieran. ¡Muchas gracias!

Bienvenidos y bienvenidas a mi particular rincón de trastos mentales plasmados en letras unidas unas a otras formando lo que parece una especie de blog o intento de ello.

Espero que disfrutéis por poquito que sea de este pequeño lugar que poco a poco voy amueblando de palabras, recuerdos, experiencias, etc. Ojalá podáis disfrutar tanto como yo, aunque no siempre sea muy agradable el impulso que me hace escribir siendo sincera, de todo lo que podéis encontrar por estos lares.

Dedico un ratejo de mi tiempo, menos de lo que me gustaría a decir verdad, a abrir mi mente y, a veces, aún más mi pseudocorazón.

Dicen que en esta vida se aprende de todo, bueno y malo. He aprendido más malo que bueno o... Quizás sea por mi manera algo pesimista de verla. Por este motivo, doy gracias por las personas que han hecho, hacen y harán que este camino sea menos amargo y más amable.

Lo dicho. Disfrutad cuanto queráis de mi segunda casa y estáis invitadxs a volver cuantas veces os plazca. Si queréis escribir comentarios, adelante.

Un saludo muy grande. Y gracias, siempre!

jueves, 12 de agosto de 2010

"-Tú eres mi bailarina."


-Sabes de sobra, que mi habilidad en el mundo del baile son inexistentes. -Mientras suspira, apoya su cabeza en el hombro de él.
-No te preocupes, solo déjate llevar. Aunque te debo decir una cosa, -acerca sus labios hacia el oído de ella y le susurra-. No me importa el baile, sino la bailarina. -Ella esboza una gran sonrisa.

Al mismo tiempo, da el único paso de baile que aprendió. Sus pies no entienden de coordinación pero aquel, si era el momento para que la entendieran. Su marido la seguía, a un ritmo más lento y le miraba. Era tan hermosa como siempre, al igual que cuando la conoció. Incluso sus pies se veían mejor.

Recordaba aquella tarde acompañada de su compañera, la silla de ruedas. En la que quedó postrada tras el accidente, el maldito accidente. En él, su marido y pareja de baile, murió. Iban de camino a una competición de baile, estaba algo lejos de su ciudad así que para mayor comodidad, eligieron conducir de noche. Para su desgracia, también un habitual de los bares y beber sin tregua, escogió conducir a esas horas.

Todo ocurrió tan rápido, el antiguo y destartalado coche del borracho impactó contra la feliz pareja. Cantaban la canción, su canción. Con la que se conocieron pero también se despidieron.

Aún sus patosos pies, recuerdan el único paso que aprendió con él. Sus piernas, impiden que sus pies se muevan al compás de la música. Aún recuerda la frase, que más le gustaba de su marido: "-Tú, eres mi bailarina."




Curiosidades.