-Siento que debo preguntarte algo.- decía ella, al mirarle a los ojos de un azul tan claro que parecían transparentes. Era como mirar tu reflejo en un espejo, le gustaba.
-Dime que te está rondando por la cabeza, por favor.- él tan cariñoso como siempre. Le acarició y puso esa cara que a ella tanto le gusta tanto, que incluso le hace reir.
-No entiendo el por qué de que un chico como tú esté con una loca sin remedio como yo.
Suele decirse que una imagen vale más que mil palabras. En efecto. él agarró su delicada mano mientras le susurró al oído:
-Porque gracias a ti también estoy loco y sin remedio. ¿Ahora lo entiendes?
-De veras, estás loco.- era tal su sonrisa, que su cara pareció desaparecer entre los blancos y aperlados dientes.